lunes, 8 de agosto de 2016

12FIPQ

Abandono pasajeros muertos en la carretera del tiempo, y tatúo sus rostros en mi mente para recordar que hubo vida
Las sombras de mi cuerpo obstruyen los caminos,
Doloroso el camino hacia la muerte, la vida entera una desgarradora constante, una secuencia de mutilaciones que curten el cuerpo.
Deshacer los huesos en este baile galáctico de ideas inconclusas. Apresurar la salida de la razón para que la sensación se devuelva un poco.
Pero las preguntas brotan de la boca como un ataque de rabia que se contagia con el nacimiento: ¿a dónde vamos? ¿en dónde nos escondemos? ¿a cuántas frecuencias estamos de desintegrarnos?
Como un animal que me recorre el cuerpo -migra un río en mí, sin saber su extensión precisa-
Gigantesca es la erección que asalta al sol en su lejanía kilométrica, yo, recorro con órganos inflamados los senderos de un nombre que ya no me pertenece, de un cuerpo que ya no habito pero que sigue latiendo, en el tránsito profundo.
La melancolía se instaló en mis molares
Hoy, estoy ausente en la secreción cutánea de otros cuerpos.

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