La piedra inmensa atravesada en medio del camino, yo corriendo
con precisión me estrello contra ella, con mi torso abierto y mis brazos dispuestos
a rodear su inmensidad para poderla traspasar y saltar sobre la secuencia de piedras
más que acompañan el camino. Al borde del agua, en pleno puerto inundado por
lluvias y tormentas, las piedras colisionan con las olas satánicas que violentan
la ruta a seguir en esta disposición lineal de piedras…
Seguro saltaré al vacío, por alguno de los bordes, en
algunos de los picos filudos de su cúspide caeré intencional en las olas del mar
que transformarán mi percepción del mundo. Quizá el mundo dejará de ser mundo, y
ya no habrá ni círculo ni punto, y la inmensidad desgarrará mis sentidos con
otras frecuencias y no tendrá forma, la inmensidad romperá las esferas en las
cuencas de mis ojos y esta ventana que tengo puesta en el centro de mi frente y
la torre de babel que veo allá atrás, adentro de mi cerebro será derrumbada.
Pero regreso, vuelvo al punto de partida, al muro donde comienza mi carne y
atravesando esa frontera, cruzando ese espejo esta la otra realidad que se mantiene
en bombardeo constante.
He pensado en la iluminación, más allá de esa corriente de
luz que nos abre la visión a otras formas de destellos. Sentir y procurar ser
capaces de tener consciencia de lo que hacen en nuestro ser las líneas con las
que nos han dibujado el mundo, las
formas y los sabores de los frutos que nos envenenan a diario, los colores con
los que la humanidad ha pintado la tierra, simulando el color de la sangre para
provocarnos hambre, los gases, las luces, las formas que reproducimos en diferentes vías, interno/ externo- bajo las que esta condicionada nuestra posibilidad como especie de sentir
y abrazar la existencia a múltiples niveles de divinidad...
Eso como reconocimiento primario de nuestra realidad desde organismo a todo, lograría cambiar nuestra realidad o para principiar la manera de leerla.
Eso como reconocimiento primario de nuestra realidad desde organismo a todo, lograría cambiar nuestra realidad o para principiar la manera de leerla.
El olor a mierda con el que han llenado nuestro mundo, no puede
obviarse dentro de esa realidad, más tampoco cambia el olor de las flores. Las
rocas hoy son para mí, pequeñas formas con profundidad que en su mínima parte
cada una constituye lo inmenso, es decir, una secuencia de piedras sobre la que
yo tendré que saltar toda la vida. Por eso he de abrazarla, por eso he de
abrirle las piernas y subirme sobre ella, aunque mis saltos no sean siempre
constantes…
De alguna manera espero traspasar, llegar a la cúspide para
saltar a la otra, y volver a observar como el espacio está inundado de ellas, pero ahora
saberlas dispersas y sentir que mi salto
puede ser libre.
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