A veces resulta suficiente -acariciarse con los ojos- detenerse
para verse las miradas y las caras, los gestos y las manías
A veces, urge reconocerse, desde el espejo de ojos ajenos,
desde la honestidad de encontrarse reflejado en una sonrisa de nervios
Siempre, la urgencia corpórea conlleva una necesidad de
adentro, y cuando las distancias no importan, ni los roces de piel ni el bagaje
olfativo, entonces se sabe que lo único que unx necesita es verse, proyectado
en otro rostro, frotando humanidad desde distancias cálidas que ni
la carne se explica
Urge-me a veces, saberme
desde la otredad que me
delata.
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