Mañana/gris/lluviosa
Estoy a punto de enviarte un mensaje
de texto para decirte que vengas a mi casa. Que hoy es el mejor día para que
estemos juntas. Sumergidas en mis sábanas, enrollada la una en la otra, la vida
sería divina si pudiera enviarte ese mensaje, pero no lo hago. Tengo que sanar
primero, mis ensillas lastimadas por mis dientes empujados hacia ellas por
tantas palabras absurdas que invaden mi boca y salen como manada importándoles
poco el ser un conjunto grandote, necesitan aliviar y dejarse caer para enterrar los
dientes en la tierra y quizá algún día amanecer sonriente.
Mientras cae cada una de estas palabras, se tejen conexiones
en esta reflexión de soledad/vos/tiempo/distancia y lluvia. Pero es inevitable el
extrañarte en estas mañanas lluviosas donde alucino tu olor y me envuelven
deseos primarios de olfatear tu sexo caudal de vida. Pero no estas, estas
congelada en una capa contenida de realidad, que dé a pocos el tiempo y la
distancia llegarán a cristalizar y serás un recuerdo de ombligos enganchados
que el viento se llevó, cada uno a un extremo de cualquiera de los tantos
mundos.
No necesito palabra material, te envío la de adentro y libero mi energía
para vos con una respiración que nos lleve al mar a encontrarnos sirena.
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