Hablo con vos y todos mis sentidos despiertan,
empieza un movimiento en mi vulva que rápidamente cambia su forma y toma volúmenes
surrealistas.
Verte desde esta distancia no tan lejana, inicia visiones
con zoom que se van en las diferentes rutas de tu cuerpo. Observo tu barbilla,
tu boca moviéndose, escupiendo palabras y sonrisas, lengüetazos y mordidas en los labios.
Me desprendo de la mirada y me voy en un túnel que baja por
mi garganta hasta llegar a venus campo rosado, bajo el que sucumben
transformaciones de piel, movimientos de carne, goteos constantes, resultado de
la energía que chispea todo mi cuerpo, sobre dosificándolo hasta movimientos de
expulsión de energía que suelto con mis manos apretadas a tu cuerpo.
Regreso a la mirada, y vuelvo a irme entre tus cuencas, y
todo es dulce en ese momento de silencio, donde tus ojos saben a cereza y tus
hombros dibujan en mí líneas bellas de colores.
El silencio invade silencio, y no hay necesidad de abrir la
boca porque mi subjetividad explora cada código que le resulta legible de tu
forma amorfa que se dibuja en mí.
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