El descontento se asentúa como estado permanente, llevo semanas sin sol y la piel parece no curarse. Arde la carne en este despojo pero los sentimientos se mantienen en resistencia y las esperanzas revolotean por lugares vagos donde no puedo más que verlas, y observarlas en lejanía sin querer tomar afecto.
Poco a poco se secan los labios de este cuerpo, y los gritos acallan cuando disfrutan de las lágrimas espesas, que como aparecen/desaparecen y eso, efectivamente se transforma en esperanza.
No se si la ruptura será para siempre, no se como seré después de esta partida, existe el miedo de morir o de querer seguir viviendo en esta inmundicie.
Decidí soltar el árbol que acobijaba mi pequeño equipaje, pero mis patas aun no desean moverse. Quiero sentir esta tierra mía y todas sus raíces por dentro, quiero enterrarme aquí y despertar en otro sitio, sin recordar ni una pizca de sal de lo que fue el último invierno-
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