Largas horas frente al espejo, estancada entre mis ojos, imaginando otras pieles portadoras, otros cuerpos habitados, otros paisajes
Siempre he deseado profundidad y la tengo, en cada parte de mi cuerpo, pero estoy con la flecha disparada, deseosa de aterrizaje en otras carnes.
La piel solo rebota, el corazón solo palpita y nada, no salpica nada, el vuelo eréctil ni siquiera llegó a mis manos. Sigo en el mismo cuerpo
¿Cómo huyo de los huesos?
¿Cómo dejo de rebanarme en dos cuando el sexo me delata?
¿En dónde está la salida de este precipicio?
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