Me vuelvo al pez, regreso
a la etapa anfibia, con esta necesidad de agua que corre por cada cuerpo
que se atraviesa
Días sin sol me destierran, para salir a acariciar los filos
de la subjetividad multiplicada en cada organismo. Se me rebalsa en la boca un mar y chorreo
todo el líquido de mi cuerpo, hasta quedar seca/ muerta sobre la superficie.
Soy pez en un charco vacío, sobrevivo entre las últimas
gotas y escupo todavía en intento de suicidio. Abro agujeros sobre todo lo que
va a mi paso, voy sobre la tierra, sobre los cuerpos, sobre las voces, sobre
los cielos, sobre las capas, sobre las superficies abstractas.
Se aproxima la transición en esta espera circular que me
recorre el cuerpo hasta llegar al éxtasis para luego volar al caos donde unx se
rompe en pedacitos
La esperanza está en el sabor desconocido, en eso que quizá vendrá pero de lo que no hay
ninguna certeza. Cualquier intento de imaginación vendría a ser una farsa. Por
eso inventamos estos cielos abiertos, estas burbujas infinitas y estos átomos
tan cercanos, necesarios en esta indescriptiible sensación de permanecer
flotante en un espacio sin forma.
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