Hoy que acariciaste mi entrepierna, ya no sentí el vacío.
Me acariciaste lentamente, como atrapando con tu mano las olas sin romperlas. Yo inevitablemente me hice mar, y mi sal regreso a las gonadas palpitantes que me laten en la cabeza.
Bajé mi mirada hacia tus manos blancas sobre mi piel morena, me encantó ver el vai ven de tus manos a la orilla de la playa y sentir la plenitud de mi caracol expandiéndose a sus anchas.
Sentí al submarino tentado a escupir mil kilos de sal sobre tu carne abierta. pero me hundí antes de tiempo, ahogada en el sueño de un tzunami.
Maremoto interno me despierta y me devuelve a la arena.
Secas corazón, ni vos ni yo somos las mismas.
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