De vuelta a la utopía de desestructurar los cuerpos, los
asesinatos continuos del yo han dejado rastros por todas partes
Sospecho desde ya que la bestia se ha insertado, acá, cerca,
en mis ojos que ya no ven al mundo igual
El enemigo no huele distante, soy yo, quien ya no puede ignorar
el olor de la carne y pasar el tiempo sin un hambre voraz de saborear el hueso
y escupir las espinas.
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