Salvación llega a mí tras tormenta de nieve
Etílicas avalanchas embriagan la locura y traen calma con
humo que penetra el pensamiento. La madriguera adentro del árbol que en llamas
se transforma en cenizas, resguarda la presencia demoníaca del que por veces es
conejo y por otras, bestia silvestre.
En este plano terrenal, agujerado y derruido, la vida canta,
calla y murmulla:
Salta conejo, salta sobre
la grama, sobre la tierra, sobre el agua, sobre la mierda, sobre la carne,
sobre los huesos, sobre los sesos, sobre la sangre, sobre los sexos, sobre los
ombligos. Salta conejo, salta hasta caer al infierno y engrandecer tu ego por
saborear el vacío lleno de paraísos que solo existen en tu mente. Salta sobre el sol conejo, salta y te
transformas en bestia. Y rasgas los paraísos con tus patas violentas.
Ahora no saltas, ahora corres, ahora serpenteas, ahora
vuelas, ahora te arrastras, ahora eres bestia que todo lo puede y nada lo
vence. Ahora no existe conejo, ahora ya
es pasado, ahora es nada que luego será algo, ahora es una ilusión dosificada
que sustituye al minuto caótico de la soledad que amarga la garganta, tras un
recorrido lineal de nieve. No te confundas.
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