sábado, 12 de enero de 2013

Conejo:


Salvación llega a mí tras tormenta de nieve

Etílicas avalanchas embriagan la locura y traen calma con humo que penetra el pensamiento. La madriguera adentro del árbol que en llamas se transforma en cenizas, resguarda la presencia demoníaca del que por veces es conejo y por otras, bestia silvestre.

En este plano terrenal, agujerado y derruido, la vida canta, calla y murmulla:

Salta conejo,  salta sobre la grama, sobre la tierra, sobre el agua, sobre la mierda, sobre la carne, sobre los huesos, sobre los sesos, sobre la sangre, sobre los sexos, sobre los ombligos. Salta conejo, salta hasta caer al infierno y engrandecer tu ego por saborear el vacío lleno de paraísos que solo existen en tu mente.  Salta sobre el sol conejo, salta y te transformas en bestia. Y rasgas los paraísos con tus patas violentas.

Ahora no saltas, ahora corres, ahora serpenteas, ahora vuelas, ahora te arrastras, ahora eres bestia que todo lo puede y nada lo vence.  Ahora no existe conejo, ahora ya es pasado, ahora es nada que luego será algo, ahora es una ilusión dosificada que sustituye al minuto caótico de la soledad que amarga la garganta, tras un recorrido lineal de nieve. No te confundas.

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