Habitantes del agujero más grande de la historia, hinchados de oro nuestros intestinos, cabalgamos a la nada sin sentir vibrar el galopeo de un pájaro que se nos consume. ¿De qué se tratará el árbol sino de sentir? ¿Para qué será esta piel sino para olerse, lamer y leer la agujerada superficie que expira un lenguaje?... El falso silencio, y la sordera elegida, no podrán ser nunca el verdadero eco de la ausencia
Que primero canten las hormonas, rechinen los dolores y vibren nuestras diferencias. Este cuerpo avanza, se transforma y no volverá a sudar las mismas coordenadas así que en breve guardemos todas estas emociones y vivamos el delirio, releamos el espejo y el movimiento que nos compone…
Desafiemos esta y todas las respiraciones inconclusas
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