Quiero caminar mis ojos sobre tu cara, sobrepasar las
extensiones de mi cuerpo al calor de tu presencia, acercarme a vos sin
atravesar centímetros ni distancias...
pero
¿Qué hacer con una cabeza palpitante a punto de explotar en
la mina del lápiz? ¿Qué hace un lápiz sin mina hablando con la cabeza del
corazón?
Mi saliva. Un paisaje impalpable dibujado sobre tu cara que me perdura en la cercanía, cuando el recuerdo efímero vuelve asaltar
el instante cualquiera
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