La máquina tiembla al igual que mis piernas. Sobre la mesa rebota y siento la profundidad de cada una de sus teclas subiendo y bajando sobre mi pelvis.
Yo me excito, y se abre mi círculo y se salta mi flecha y la bomba palpita y exploto en poema, chorreando la silla con poesía escupida por mi intangibilidad y materializada espesa/derramada en abundancia.
La hoja trago un poema, y a veces/siempre a veces, me dan ganas de tragarme las hojas/ cagar poesía/ transformar el poema/ borrar la palabra y seguir siendo vida.
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