domingo, 27 de mayo de 2012

El bosque y Sociedad 8


Hace unas semanas comencé a frecuentar un café que esta situado en el centro de la ciudad, ha decir verdad es un café bastante exótico, punto de reunión de grandes intelectuales, en el ambiente se respiran feromonas con un cociente intelectual gigantesco, se intercambian conversaciones con palabras rebuscadas y las peculiares cabelleras son las que mas resaltan en dicho salón.

Mi última visita al café fue bastante extraña, conocí a un tipo que irradiaba una energía muy intensa, me percate de su presencia desde que entre y sentí como su mirada consumía cada uno de mis átomos. Ambos bebíamos cerveza y disfrutábamos de un profundo intercambio de miradas.

Poco a poco fuimos acercándonos y comenzamos a hablar. Lo primero que dijo fue su nombre, se llamaba Sociedad- me pareció muy extraño que se llamara así pero eso era lo de menos. Muchos fueron los temas que abordamos, desde nuestros problemas políticos electorales hasta los choques que se dan entre las especies del ecosistema y nuestro objetivo como humanos: la autodestrucción.

Por momentos fijaba mi mirada entre sus labios y visualizaba cada una de las letras que salían de su boca, como cuando revienta una ola, era maravilloso escucharlo. Sus letras se transportaban a través de corrientes de aire y de su calido aliento, se introducían dentro de mí y adentro explotaban como balas de colores haciendo de mí su lienzo presa y creando una gran mancha de diversidad.

Al cabo de un par de horas el café nos parecía una celda de encierro, salimos y dimos una vuelta por el centro. Mientras transcurrían los minutos Sociedad me hacia danzar baladas de misterio con una melodía silenciosa y una inquietante mirada ¡El tipo me resultaba tan atractivo que lograba intimidarme! (cuestión un tanto difícil en tan insípido espécimen como yo: escéptica activa y frustrada). Ese misterio que transpiraba Sociedad me hacia dudar… pero su sonrisa, su voz y sus palabras se convertían en una excitante carnada para un pasional pececito como yo.

Mientras caminábamos, accidentalmente nuestras manos se rozaron un par de veces. Cada roce con el desplegaba una nube pornográfica en mi cabeza, visualizaba nuestros cuerpos desnudos amontonados uno sobre otro en algún rincón lujurioso de este universo, simultáneamente corría un torrente de mágicos fluidos en el abismo situado en medio de mis piernas…

¡LO QUE MAS DESEABA ERA ENTRELAZARME CON SOCIEDAD Y FORMAR PARTE DE EL!

Despedimos al sol con un grandioso atardecer lleno de letras y emociones y recibimos a la luna con una latente promesa de encontrarnos de nuevo, intercambiamos teléfonos y Sociedad prometió llamar tan pronto le fuera posible. Yo en medio de tanta fantasía olvide mi existencia y los días siguientes lo único que hacia era esperar su llamada.

La mañana del miércoles comenzó con una leve llovizna que azotaba mi ventana. Yo sumergida en mis sabanas de algodón, escuchaba las noticias por la radio. Sonó el teléfono y fui a contestar… era Sociedad, llamaba para invitarme a cenar fuera de la ciudad, dijo que pasara al café donde nos conocimos, que ahí me había dejado un mapa con las indicaciones para llegar a nuestro punto de encuentro de esa noche. Mi corazón saltaba, mis piernas temblaban de emoción por el remolino que se aproximaba desde adentro ¡No podía esperar a la hora acordada para ver a través de sus profundos ojos negros!

Esa tarde luego de tomar un largo baño y de una intensa búsqueda dentro de mi ropero, estaba lista para recoger el misterioso mapa y emprender mi camino hacia Sociedad, así lo hice, así fue.

Ya con el mapa en mis manos y a media carretera, mis hormonas se salían por la ventana, el punto final del mapa se acercaba y mientras, yo me introducía por un camino sin asfalto el cual me conducía hasta Sociedad.

Por fin desde lejos vi su silueta esperándome en la puerta de un gran terreno, me estacione y me baje del carro como volando en dirección hacia sus brazos. Aunque solo nos alumbraba la tenue luz del foco de la entrada pude ver que la mirada de Sociedad era distinta, tenía un brillo muy peculiar que llamo mi atención y a la vez me embarco en  un sueño sin destino.

Me pasaba que cuando estaba junto a Sociedad entraba en un tipo de estado de inconciencia y lo único que mandaba sobre mi era mi deseo por el. Aun, cuando el día en que lo conocí pensé que eran mis instintos animales los que despertaron en mi esa locura insaciable, sabia que el era diferente, como nadie mas, el era único, era especial.

Ya adentro del terreno podía respirar la magia de las hierbas silvestres y mientras caminábamos adentrándonos en el bosque, Sociedad y yo nos transformamos en niños dementes y corríamos alrededor de los árboles y hacíamos el amor entre los troncos y las raíces. Nos enterramos en la tierra y Sociedad frenéticamente regó la semilla que florecía dentro de mí.

Luego de esa gran revolución de átomos juntos/dispersos y de la comunión de hormonas que establecimos, pensé que seria el fin de esa noche ¡tan maravillosa! y me quede profundamente dormida como si estuviera dentro del vientre de mi madre.

Desperté a causa de un delicado sonido que parecía venir de lejos, yo me encontraba en medio del bosque y al nomás abrir mis ojos pude notar que Sociedad no estaba a mi lado. Me levante y comencé a quitar la tierra que tenia dispersa por todo el cuerpo, me vestí y empecé a caminar. A cada paso que daba los sonidos se volvían mas fuertes e intensos, me parecía escuchar gritos a lo lejos y debo admitir que sentí miedo al adentrarme en el bosque sin saber a donde podría llegar.

Continúe caminando y a lo lejos podía ver un claro en el bosque. Era como un círculo estampado de tierra el cual estaba rodeado por gigantescos árboles, que cuidaban de esa circunferencia de tierra sagrada, donde reposaba plenamente la mágica iluminación de la luna.

Baje el ritmo de mis pasos, cada vez me acercaba más a ese espacio iluminado y por fin vi a Sociedad, estaba sentado en medio del inmenso círculo de naturaleza. Solo podía ver su espalda y su postura encorvada, entonces, aumente el ritmo de mis pasos y entre dentro del círculo verde. Al atravesar los árboles para introducirme en dicha circunferencia sentí que algo en mi se quedaba afuera… a partir de ese momento solo era un animal humano que delirando mamaba la colosal energía de la luna.

Caminaba, caminaba y cada paso que avanzaba sentía que algo en mi cambiaba, poco a poco iba vaciándome de mi y cambiándome la piel. Podía ser pez y a la vez conejo, por ratos existía y por otros simplemente formaba parte de la nada. Pero de lo que no podía aislarme era del sonido de los gritos que agudamente aumentaban y como música alimentaba a mis oídos.

Cuando logre acercarme a Sociedad, sentí un olor delirante que intoxico mi cabeza. Lo vi,  tendido en la tierra encima de una mujer desnuda que gritaba más y más mientras Sociedad le arrancaba con los dientes el cordón de su existencia.

El volteo hacia mi y en sus ojos se dibujaba una espiral tornasol que me incitaba a perderme, a irme lejos de mi conciencia, a atragantarme de las masas para que ellas formaran parte de mi y no yo de ellas. Yo pertenecía a Sociedad pues en ese momento todo de mi estaba dentro de el y lo único que quedaba era un ser humano enloquecido por su misma especie.

En el momento en el que me solté dentro de la inmensa espiral podía leer la mente de Sociedad, ¡éramos un todo!... y deambulábamos alimentándonos de “seres mágicos” que se atravesaban en nuestra velada. Acompañados de la sádica melodía Sociedad decidió alimentar mi existencia y excitadamente me trague su cordón umbilical, chorros de sangre hidrataban mi garganta y me provocaban mas sed.

De pronto Sociedad salio corriendo como niño avergonzado a esconderse entre los árboles. No lograba encontrarlo, hasta que por fin lo vi comiendo un cráneo envuelto en dulce de piel humana, Sociedad alimentaba su inteligencia y me hipnotizaba jugando con malabares de cráneos untados con masa encefálica de colores, más  aun con los genitales y piernas de mujer que salían de su mágico sombrero…Sin dudarlo, el era un mago que sin darme cuenta me puso a volar en una burbuja de delirios constantes.

Inesperadamente Sociedad corrió hacia mí estrellándose contra mi existencia y vomito en mi boca toda la inteligencia que había succionado previamente, luego nos besamos y por unos minutos dejamos de ser carne y huesos, me olvide de mi singularidad de materia y me sentí parte del paisaje. Pasamos horas abrazados y haciéndonos el amor como dos caníbales locamente enamorados. El me enterraba en la tierra y cuando su éxtasis descendía del infinito, sobre mi llovía miel con sabor a vida, la cual en gotas llegaba espesa hasta las profundidades del mundo oculto dentro de mis labios secretos y se procreaban espirales en mi interior.

La noche podía respirar el caos, las estrellas ahuyentadas dejaron los cielos y la luna sutilmente se ocultaba entre las nubes que poco a poco cambiaban de color. Cuando me percate que la luz era diferente me volví aun más loca.  Tenía a Sociedad encima de mi y mi mirada clavada entre los cielos que poco a poco evolucionaban a la realidad. En ese instante lo único que pude pensar era en que pronto llegaría la mañana y que Sociedad se iría lejos, muy lejos de mí. Ya no podría respirarlo mas ni tampoco sentirlo como entonces, tan adentro, tan mío, tan yo, tan nosotros.

Mientras la leche de mis hormonas aterrizaba sobre nuestra piel, mis sentidos desquiciados me ahogaron con la sangre de la vena yugular que permanecía entre mis dientes…intensamente mame la sangre que brotaba del cuello de Sociedad y por fin logre saciar mi sed.

Poco a poco las espirales en los ojos de Sociedad cesaron y lo único que quedo de ellas fue un punto perfecto. Le saque el corazón y me bebí toda su sangre, luego lo enterré en la tierra fértil que habíamos engendrado y tristemente lo deje ahí para seguir con mi camino muy lejos de el.

El sol despertaba entre nubes, la noche había quedado en el pasado y yo seguía caminando, adentrándome en el bosque, perdiéndome entre las ramas, liberándome del circulo verde, expandiéndome por el todo y ocultándome en el, pues hay una realidad que hasta hoy me tiene cautiva.

Han pasado noches y días, pero ninguna noche como aquella noche suicida. Cada paso dado ha despertado en mi muchas dudas y muchos pensamientos, he caminado por no se cuanto tiempo y tengo latente el recuerdo de Sociedad y de “nuestra velada”. Aun no logro comprender la magia bizarra que se respiraba en el ambiente del bosque aquella noche pero trato de dejar a Sociedad muy atrás de mis pensamientos para así poder encontrarme en alguna parte del infinito ∞

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