La rata se eleva, evidenciando ante la multitud los agujeros del queso,
algunas otras ratas entre la multitud se sienten asombradas ante la
iluminación de la divina rata gorda, lúcida entre las lucideses de esta
alcantarilla, la cual entrega su vida entera a catar quesos podridos con
la boca llena.
Aclamemos pues a la rata gorda iluminada, hasta que se
le hinchen las panzas y exploten sus sesos divinos llenos de lucidez
colectiva.
Oh rata grande gorda divinamente lúcida e iluminada, sin vos,
nunca habría percibido al cerebro tan chiquito y la vez tan inmenso...
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