...Porque me ahogo entre tus pechos como si nunca hubiese sido
niño, e ingenuo intento saciar esta sed
de ninfa en metamorfosis con sabor a leche. Rebosantes se derraman tus fluidos, en mi boca tobogán
de terciopelo. Mi lengua succiona tus pezones endulzados y mis costillas se abren por la fuerza
magnética que conecta nuestros torsos.
Las caderas navegantes son mi locura. Como conejo silvestre
con el mínimo roce de carne /imagen pierdo la razón y el instinto me posee en
saltos mágicos que tributan placer y ternura al salvajismo de nuestra sexualidad
libre. Entonces salto, como conejo
acelerado por cavar su madriguera en medio de tus piernas. Mi cerebro se
ilumina, en esta travesía de los túneles
aguosos ocultos en tu carne seca. Escupo en vos todo el camino, para resbalar
mi piel e inventar un mar y reposar sobre la misma ola.
Olfateo en tus
cabellos, respiro tu
olor y me vuelve el aroma a madera de árbol añejo. Pienso en un cofre
abajo del mar, donde estuve atrapado,
saltando sin parar hasta alcanzar la ola…Y recuerdo el olor que desprendía el caracol que flotaba
en nuestro mar, cuando tu lengua saboreaba la arena.
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