Quiero rasgar mi vientre, arrancar
mi placenta, tirarla al vacío y así liberar a alguno de mis demonios internos.
Creí ver amor, en tus ojos de dragón, escondidos en mis entrañas, pero desde
siempre fuiste diablo y por eso me enviciaste. Creí en una fuerza unida, entre
nuestros ombligos y nuestros ojos, pero despierto de este sueño, más bien
pesadilla y miro adentro de mí y me pregunto cómo antes no vi al diablo en las
raíces de tus dientes.
Suelo envolverme en sueños y
fantasías de conexiones divinas, de ombligos y madrigueras, de tetas, mamas,
madres y crías. Pero hoy grito en lo profundo de esta hoja en blanco lo adentro
que duele esta configuración maternal de la especie, tan enraizada a mi carne
que se aferra a cordones umbilicales que no existen más allá de nuestras
lenguas enredadas.
En esta estructura tan bien maquillada, reina
la bestia del poder que vive en mis adentros.
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