-Colgar los genitales por la ventana y seguir el camino- que
este callejón corpóreo se ha sentido, hoy, más huérfano que siempre y más libre
que nunca.
Después habremos de desplumarnos. Por ahora, corazón, hay
que insistir, insistir en despellejar los ojos, perdonarnos la piel y la
blancura pintada del cielo.
Ahora, nos toca revolcarnos, hasta revivir a nuestros
animales muertos.